lunes, 16 de mayo de 2011

Para los que piensan que si el mundo se acaba, se van a Mérida.

De los plagios que se pueden perdonar (aunque, la verdad, no costaba nada mencionar la fuente)

Maiakovski, poeta ruso suicidado luego de la revolución de Lenin escribió, en los inicios del siglo XX:

En la primera noche, ellos se aproximan

Y recogen una flor de nuestro jardín

Y no decimos nada.

La segunda noche, ya no se esconden,

Pisan las flores, matan nuestro perro

Y no decimos nada.

Hasta que un día, el más frágil de ellos

Entra solito en nuestra casa, nos roba la luna, y

Conociendo nuestros miedos,

Nos arranca la voz de nuestras gargantas

Y porque no decimos nada

Ya no podemos decir nada.


 

Después de Maiakovski:

Primero se llevaron a los negros

Pero no me importó

Porque yo no era negro

En seguida se llevaron algunos obreros

Pero no me importó

Porque yo no era obrero.

Después prendieron a los miserables

Pero no me importó

Porque yo no era miserable

Después agarraron algunos desempleados

Pero como yo tengo mi empleo

Tampoco me importó

Ahora me están llevando a mí

Pero ya es tarde

Como yo no me preocupé por nadie

Nadie se preocupa por mí.

Bertold Brecht (1898-1956)


 

Un día vinieron y se llevaron a mi vecino que era judío

Como yo no soy judío, no me molestó

El día siguiente vinieron y se llevaron a mi otro vecino que era comunista

Como yo no soy comunista, no me molestó

Al tercer día, vinieron y se llevaron a mi vecino que era católico

Como yo no soy católico, no me molestó

Al cuarto día vinieron y me llevaron

Ya no quedaba nadie para protestar...

Martín Niemöller, 1933

(Símbolo de la resistencia contra los nazis)


 

Primero robaron nuestras señales, pero yo no me perjudiqué

Después incendiaron nuestros ómnibus, pero yo no viajaba en ellos

Después cerraron calles, donde yo no vivo

Cerraron entonces la entrada a la favela, que yo no habito

En seguida arrastraron hasta la muerte a un niño, que no era mi hijo

Claudio Humberto, 09/02/2007


 

Lo que los demás dijeron, fue después de leer a Maiakovski

Lo increíble es que, después de cien años,

Todavía nos encontremos tan desamparados, inertes y sometidos

A los caprichos de la ruindad moral de los poderes gobernantes,

Que vampirizan el erario, aniquilan las instituciones,

Y dejan a los ciudadanos los huesos roídos y el derecho al silencio:

Porque la palabra, hace mucho que se tornó inútil...

¿Hasta cuándo?

AGF

No hay comentarios:

Publicar un comentario