miércoles, 26 de junio de 2019

Los Muros de la Fe


Hoy los gringos pretenden construir un muro fronterizo para protegerse de las amenazas externas. Antes lo hicieron chinos, griegos, romanos, burgueses medievales, y recientemente los soviéticos en Berlín. Igual sucede con los políticos, que tratan de proteger su riqueza malhabida, en mansiones amuralladas o en atalayas, creyendo que todos (habitantes extramuros) son de su condición. Como si no se supiera que al amparo de las sombras (de los muros) solo prospera el crimen. Muros tan visibles como inútiles. Hay muros que no se ven ….. y es más grande su eficacia. Son los muros de agua, relatados por Pepe Revueltas; de nieve, revelados por Solyenitzin; raciales como los guetos: antes de judíos, hoy de palestinos y negros; y económicos como las favelas y el bloqueo a Cuba y a productos que atenten contra los intereses yankees. Cada quien su muro. Otros hay que son sostenidos por nuestra ignorancia, ingenuidad o temores infundados. Son los muros de la fe: fe en que las circunstancias cambiarán por designio divino, inhibiéndonos así de actuar y justificando nuestra omisión. Estos muros son los peores, porque aceptamos indiferentes que el clero pregone caridad, democracia y feminismo, aunque sabemos de su mercantilismo, misoginia y autoritarismo absolutos; igual que escuchamos a los políticos pregonar que representan a la sociedad civil, aunque sabemos que se refieren solo a los de su círculo social.

Los Abogados también tenemos nuestro muro: se llama ley del notariado. En aras de salvaguardar nuestra íntima aspiración de llegar a ser, dejamos hacer y dejamos pasar toda violación a la ley, para no ser vetados cuando nos toque ….. si nos toca. Y dejamos que al amparo de la sombra de este muro, haya quienes se ostenten como peritos en Derecho, aunque sabemos que hay quien no es Abogado siquiera, no obstante su título, pues nadie la reconoce como compañera de generación de la facultad, a la vez que hay quien estuvo tantos años que lo reconocen veinte generaciones, otros hay que ni siquiera saben leer “de corrido”; y cuántos hay que, coludidos con valuadores sin valor ético, subvalúan inmuebles para evadir el pago de impuestos o los sobrevalúan para lucrar ilícitamente, con el cuento de supuestas obras pías; dejamos que fijen impuestos aunque sabemos que algunos lo tasan de más y no lo entregan al fisco, como reza la reciente denuncia contra el gordo García; abundan quienes levantan muertos a firmar testamentos, poderes y hasta manifiestos políticos, y son tan insensatos que hasta dan cátedra de moral, democracia y derecho en la tv; y todos impunes.

Nuestro muro, el íntimo deseo de llegar a ser, nos ata, nos impide impugnar el nombramiento arbitrario de personas inidóneas como notarios. La fe ciega en que todo cambiará per se, nos impide pugnar por una nueva ley del notariado que permita a verdaderos Abogados acceder al notariado; para que todo municipio cuente con notario; que pueda haber tantos notarios como demande el mercado, para que al haber más notarios se abaraten los costos de titulación de inmuebles y demás servicios de fe pública y haya más trabajo para más valuadores, y consecuentemente mejore la seguridad jurídica en la tenencia de la tierra, haya más sujetos de crédito y más ingresos al Estado por impuestos y derechos por el incremento del comercio inmobiliario; para que sea vitalicio solo el nombramiento de notario y no la titularidad de la notaría, para que así las notarías dejen de ser patrimonio familiar, mediante la asignación a nueva notaría al notario que se reincorpore al servicio cada vez que se retire a desempeñar algún cargo público, terminando así, de paso, con el tráfico de influencias de los notarios-funcionarios-legisladores-juzgadores. Pero derribar este muro erigido sobre nuestra ignorancia del Derecho y cobardía, para rescatar la institución del notariado de manos de los políticos,  requiere mucho estudio y valor civil, requiere de fe en nosotros mismos, fe y acción, no de unos cuantos, sino de todos los Abogados, todos a una empujando en el mismo sentido, por una nueva ley del notariado, para que cualquiera pueda ser notario sin más requisito que los legales. Sólo así los Abogados derribaremos nuestro muro de fe ciega y pasiva, solo así tornaremos al notariado de freno en impulsor de la economía, solo así rescataremos una institución que de suyo corresponde a los verdaderos y auténticos Abogados. 28/09/06, Adrián García Fierro: obras inéditas).

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