Mi
Dios no es el de las iglesias,
ni
el de los negocios en su nombre,
ni
el de las guerras santas,
ni
el de la ira, el odio,
el
rencor y la venganza;
no,
¡por Dios!,
mi
Dios es un Dios sin iglesias,
sin
templos ni santuarios,
ni
profetas, ni vicarios
de
vestidos estrafalarios
y
rituales medievales;
mi
Dios es un Dios de amor,
misericordia
y bondad,
que
sin condiciones todo lo dá;
mi
Dios vive, y así lo reconozco,
en
quien ayuda sin recompensa,
en
quien ama sin condiciones,
en
quien revive emociones
muertas
por desilusiones,
en
quien muere para que otros vivan,
como
verdaderos hombres de Dios,
como
Lucio, Genaro, Octaviano Santiago,
Memo
Sánchez Nava, Rogelio Zubillaga,
Pepe
Revueltas, Raúl Vera, Méndez Arceo,
Arnulfo
Romero, Samuel Ruiz, Porfirio
Miranda,
Camilo Torres y tantos más
que
así nomás, sin aspavientos,
con
su vida como ejemplo,
hicieron
del amor a Dios un templo
y
trajeron vientos de aliento;
mi
Dios, lo confieso, es un Dios sencillo,
tanto
más sencillo cuanto más chingón,
porque
como dice Ricardo Infante,
lo
más sencillo es lo más chingón,
por
tanto, mi Dios es el amor, la bondad
y
la misericordia de cada día,
como
sea que se manifieste.
Autor:
Adrián García Fierro
Acapulco,
Gro., 19-12-14.
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